BREVE HISTORIA DEL TITERE CHILENO (tercera parte)



    BREVE HISTORIA DEL TITERE CHILENO

 Tercera parte                                                                                Profesor Enrique Cerda



3) Destacados titiriteros del siglo XX
               
A comienzos del siglo XX, uno de los titiriteros  más importantes fue Italo Maldini, el cual formaba parte de una compañía llamada Piccolo dei Torino que realizó numerosas giras por Sudamérica. Maldini pertenecía a la rama de los Dell”Acqua, familia que por varias generaciones había venido entregando  artistas en el difícil trabajo con marionetas. En las décadas del 20 y 30, Maldini realiza varias giras por el país, montando obras como La toma de Pisagua, La Batalla de Maipú,  El Combate Naval de Iquique, etc.

                                                                                                   
   En 1950, teniendo ya 60 años, trabaja en el circo del tony Piripipí, recorriendo la  mayor parte del territorio nacional. Asimismo, tiene una destacada participación en la Segunda Exposición Internacional de Marionetas, realizada en 1957, en Buenos Aires.  Al retirarse del trabajo artístico activo se dedicó a la utilería teatral, oficio que desempeñó hasta su muerte, en las compañías de Lucho Córdova, Alejandro Flores y en el Teatro Experimental de la Universidad de Chile.
              
El teatro de marionetas ha tenido pocos cultores en nuestro país, además de la compañía Dell”Acqua. Un paso importante en el trabajo con marionetas, en forma estable y organizada, lo dieron los hermanos Guillermo y César Gutiérrez. Desde 1966 se presentaron en escuelas, TV y centros de diversión nocturna.  Las Marionetas musicales de Willy y César   crearon personajes como Madame Le Piluché, Mara Cala Sandía, etc.

Otro artista destacado fue Héctor García Castromán. Tuvo una excelente participación en el Primer Festival de Títeres, organizado por el Instituto de Teatro de La Universidad de Chile. Posteriormente, Héctor García, que tuvo sus comienzos artísticos en la ciudad de Lima, formó la Compañía Nacional de Títeres que recorrió la mayor parte del territorio nacional.  En la década del 60, también destaca el trabajo de Helma Vogt que se especializó en la escenificación de óperas con marionetas, entre ellas El zarévitsch de Lehar, Selva Padrona, etc.

Prácticamente casi todos los grupos chilenos de títeres han desarrollado la modalidad de títere de guante. Muchos de ellos se iniciaron a través de cursos especiales o por la influencia de conocidos titiriteros con prestigio internacional. Entre estos últimos  tuvimos a Javier Villafañe, quien dio un curso sobre títeres en 1944 en la Escuela de Temporada de La Universidad de Chile. Este artista y excelente escritor se hizo famoso,  en 1935, porque recorrió gran parte del territorio argentino en una vieja carreta tirada por caballos. Este carromato apodado La Andariega, tenía un retablillo que Villafañe armaba en la misma carreta, con una lona de colores, en un estilo muy parecido al de Federico García Lorca con su teatro La Tarumba. Gabriela Mistral, nuestra poetisa chilena, se refería a este singular titiritero cuando decía en una carta: 
“Javier, venga con su teatro y sus títeres. Enséñeme ese oficio maravilloso, así el día que yo muera y vaya al cielo, pueda entretener y divertir a los ángeles¨

La gran actividad titiritesca en el siglo pasado, en la década del 50, hizo que el Ministerio de Educación oficializara los cursos para títeres en la Escuela Normal José Abelardo Núñez. En esta escuela, reputada internacionalmente por la calidad pedagógica de su formación docente, se desarrolló un títere educativo, muy útil en el trabajo escolar.  La desaparición de las escuelas normales obligó a que los títeres se refugiaran en las escuelas parvularias del país y, poco a poco, fueran desapareciendo en el campo universitario, salvo contadas excepciones como en la Universidad Católica de Temuco y la Universidad Diego Portales.

Numerosos titiriteros y conjuntos han destacado en los últimos 50 años. Señalemos algunos de ellos, muy importantes por su dilatada trayectoria artística y calidad titiritesca.  En primer lugar, cabe mencionar a Armando Menedín, director y poeta argentino. Con su Retablillo de las Américas tuvo gran éxito artístico, especialmente en distintos centros educacionales. Junto a Menedín hay que destacar a Meche Córdova que trabajó más de 30 años con muñecos. Contratada por el Ministerio de Educación y el Departamento de Teatro de la Universidad de Chile, difunde el teatro de títeres por todo el país.  Su repertorio de obras populariza personajes como Cachenchín y Doña Clota. El primero representaba el prototipo de muchacho travieso y eterno héroe en las historias.

El trovador nortino Andrés Sabella les canta a sus muñecos, a su paso por Antofagasta:
                                                                    
                                     Títeres, señores
                                     Tan aire, tan cajas
                                     Y guardáis en los ojos 
                                     Imán de colores.

En 1964, Meche Córdova recibió una medalla de oro de La Municipalidad de Santiago, como reconocimiento a su dilatada labor artístico-cultural dedicada al mundo infantil. Estímulos similares recibió del Sindicato Orquestal y del Sindicato Profesional de Actores de Chile.

Más de 30 años de trabajo titiritesco tuvo José Hogada. Sus Títeres Mágicos se presentaron en muchas escuelas y casas particulares.  El cuidadoso montaje de sus obras  y la excelente construcción de sus muñecos lo destacaron en el Primer Festival de Títeres. Su compañía fue integrada por conocidas figuras de la escena nacional de la época como María Castiglioni, Anibal Reyna , Elizalde Rojas y otros.


   Otro gran artista fue el escenógrafo Héctor del Campo, discípulo del famoso titiritero soviético Fedotov. Su trayectoria titiritesca, relativamente corta, se proyectó en la sátira política, teniendo como escenario la frívola compañía Bim Bam Bum, en 1962. Conjuntamente con Humberto Guerra, Blanca Asenjo, Lucho Barahona y otros, caricaturizó con los títeres a los políticos de esos años.  Humberto Guerra formaría posteriormente el grupo de títeres Mascaritas que se presentó en diferentes teatros de la capital y en varias ciudades del país.

El nombre de Charito Godoy fue muy conocido entre los titiriteros, desde 1956, año en que estableció su grupo de títeres. Su intensa actividad artística en matinés infantiles, actos públicos y giras a provincias, la hicieron acreedora al premio Laurel de Oro. En la década del 60, además  de participar en el Primer Festival de Títeres, se desempeña como asesora de títeres en el Consejo  de Promoción Popular, conjuntamente con Alberto Guzmán. Desde ese organismo se desarrollan actividades titiritescas y se publican folletos y obras de títeres.

Un destacado conjunto de títeres fue la compañía Girasol, también participante en el Primer Festival de Títeres. Eugenio Beltrán, su organizador, había creado este grupo en 1964, formándose como titiritero en los teatros de Charito Godoy, Elena Barros, Mario Barbieri, Hogada y otros.  Por sus montajes de algunos ballets para muñecos y su intensa labor titiritesca, también se hizo acreedor del premio Laurel de Oro.

Otro artista de renombre fue el actor Alvaro Jiménez.  Desde 1950  puso de moda los títeres radiales en Valparaíso.  Estos títeres consistían en representaciones de muñecos en un auditórium de la radio, trasmitiéndose solamente los diálogos de la obra. Su grupo Farándula de Muñecos tuvo, desde 1958, gran éxito en Santiago, provincias y ciudades del Perú. Fue uno de  los primeros titiriteros en combinar la actuación de los títeres con la  de connotados actores. Alvaro Jiménez cultivó también un género poco desarrollado en nuestro país, como es el títere musical, parecido al que pudo verse en algunos canales de TV. Sus parodias musicales Las Mellizas Castañeda, Madame Pate Fois, Pepe Navarro (cantante español), lograron mucho éxito artístico. 

CONTINUARA




 

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